domingo, 21 de septiembre de 2025

El impacto del buen liderazgo en las organizaciones: confianza, procesos y servicio

domingo, 21 de septiembre de 2025



Liderar es priorizar y renunciar

El buen liderazgo en las organizaciones consiste en priorizar y, muchas veces, renunciar. Liderar es entender que no todo puede hacerse al mismo tiempo y que cada decisión implica dejar otras opciones fuera del camino. En ese ejercicio de foco se revela la verdadera talla de un líder.

El crecimiento de un líder está limitado por su mentalidad (puedes leer sobre esto, en un articulo previo "Como tu sistema de creencias moldea tu realidad (y tu éxito)". Si pensamos en pequeño, nuestra “pecera” marcará los bordes de nuestro desarrollo. Si nos atrevemos a imaginar un océano, inspiramos a nuestros equipos a explorar nuevas rutas, a tomar decisiones valientes y a crecer. Como recuerda Jim Collins en Good to Great, los líderes de nivel 5 combinan humildad personal con una férrea voluntad profesional, y esa combinación genera impacto duradero.

Liderazgo en tiempos difíciles: la confianza como clave

Liderar nunca es una tarea fácil y los retos pueden ser variados: malos resultados económicos, huida de talento, falta de compromiso, falta de alineación, objetivos inalcanzables... mantener la confianza del equipo en tiempos complicados no es sencillo. Ahí es donde se mide la capacidad del líder para creer en sí mismo, apoyarse en experiencias previas y confiar en que podrá adaptarse y crecer con cada situación.

La confianza en liderazgo no se gana con un optimismo simplista ni con frases motivacionales vacías (puede ayudar en el corto plazo), pero aflorar la motivación intrínseca y el compromiso de cada miembro del equipo se construye con rigor: con análisis profundo, previsión de escenarios y una ejecución ejemplar. Los equipos no se fijan en lo que se dice (también, y pueden recordar lo que no cumpliste), sino en lo que se hace: planes de acción que se cumplen, cambios tangibles y coherencia entre discurso y resultados. Perder la confianza del equipo es sencillo y recuperarla puede suponer un esfuerzo ingente.

Afilar el hacha: priorizar, simplificar y avanzar

Stephen Covey lo resumía con su metáfora de “afilar el hacha”: detenerse para revisar cómo trabajamos, identificar mejoras y renunciar a lo que no aporta. El liderazgo efectivo no consiste en hacer más, sino en priorizar lo esencial, simplificar procesos y aceptar que lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno.

Peter Drucker lo decía claramente: “La efectividad consiste en hacer bien las cosas correctas”. Y un buen líder es quien separa lo urgente de lo importante, quien impulsa mejoras transversales que generan impacto real en la organización.

La agenda del líder: el tiempo como reflejo de prioridades

Xavier Marcet, habla mucho de este tema y me parece un básico de gestión en estos tiempos acelerados,  (por si no lo has leído incluyo el link ya que para mi, es de lectura obligada :-). La agenda de un líder es el espejo de su estilo de gestión. Una agenda bien diseñada se llena de lo importante, reserva tiempo para la reflexión y la toma de decisiones estratégicas, y deja huecos controlados para las urgencias.

Daniel Goleman, en sus estudios sobre liderazgo resonante, recuerda que la atención del líder se contagia. Si la agenda está dominada por el caos, el equipo trabajará desde el caos. Si está orientada a lo esencial, el equipo aprende a trabajar con claridad y propósito.

No querría dejar pasar este momento, para compartir otra de mis lecturas de cabecera puro Food for though del management, que también es aplicable a este tema: ¿Cuanto vale tu trabajo? Descubre la clave para acelerar tu carrera. Sé bueno corrigiendo el rumbo. Haz una cosa y hazla bien. de mi admirado Rafael Sarandeses.

Diagnóstico compartido: del problema a la propuesta

Todas las organizaciones, incluso las más maduras, arrastran problemas endémicos y otros de nueva creación, algunos se gestan con la llegada de nuevas generaciones o con el crecimiento de los equipos. En mi opinión, no todos hay que afrontarlos, las organizaciones nunca van a ser perfectas, pero si hay que afrontar aquellos que ponen o pondrán en riesgo la consecución de los objetivos de la organización en el corto o medio plazo. El reto, como líder es identificar estos problemas, ponerlos en la agenda y enfrentarlos.

Un paso clave es el diagnóstico compartido, evitando interpretaciones personales de la realidad, aterrizando el problema y las posible opciones. El líder no alimenta la queja, sino que facilita un espacio donde el equipo participe en el análisis, comparta perspectivas y pase de la crítica a la propuesta. La literatura sobre liderazgo participativo confirma que, cuando las personas se sienten parte del diagnóstico, el compromiso con la solución es mucho mayor.

Liderazgo, procesos y servicio al cliente: una relación directa

La evidencia lo confirma. El modelo de Denison muestra cómo el liderazgo orientado a cultura compartida, visión clara y aprendizaje continuo mejora los procesos internos y el rendimiento.

Fuente: Descripción del Modelo Denison para medir la Cultura Organizacional de la Empresa - The OD Consulting Group

En la industria de servicios, estudios recientes han demostrado que el liderazgo transformacional aumenta la satisfacción y la retención de empleados, lo que impacta directamente en la experiencia del cliente. Un equipo motivado y bien dirigido ofrece un servicio más consistente, innovador y de mayor calidad.

De hecho, investigaciones en el sector hotelero y de atención al cliente muestran que los estilos de liderazgo participativos reducen la rotación, fomentan la colaboración y mejoran la satisfacción tanto de empleados como de clientes.

Conclusión: el liderazgo como palanca de transformación

El buen liderazgo no consiste en tener todas las respuestas, sino en crear el espacio para que las cosas fluyan, para que la organización ordene sus procesos, cuide al cliente y alcance su mejor versión.

Se trata de un proceso incansable de mejora continua que tiene como base la confianza del equipo, la priorización de básico y la renuncia de aquello que no aporta, de cuidar la agenda como reflejo de lo importante; de afilar el hacha, simplificar y mejorar lo esencial; y de transformar las quejas en propuestas.

Cuando como líderes asumimos nuestro rol, la organización deja de sobrevivir para empezar a fluir. Y ese fluir, basado en confianza, procesos sólidos y servicio al cliente de calidad, es lo que marca la diferencia entre una empresa más y una organización con propósito, futuro e impacto.

Un abrazo



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